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SPA publica un Comunicado con motivo de la Cumbre de Biodiversidad de las Naciones Unidas

El Panel Científico por la Amazonía ha emitido un comunicado con motivo de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad convocada el 30 de septiembre de 2020 por la Asamblea General de la ONU “con el fin de resaltar la urgencia de la acción al más alto nivel en apoyo de un pos- Marco mundial de la biodiversidad 2020 que contribuye a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y coloca a la comunidad mundial en el camino hacia la realización de la Visión 2050 para la Biodiversidad ”

La declaración del Panel enfatiza la acción urgente y necesaria para conservar la Amazonía y, describe la necesidad, de invertir y aprovechar la ciencia, la tecnología y la innovación para crear vías de un desarrollo sostenible en la región.

También aborda el impacto de COVID-19 en la Amazonía y aboga por una recuperación económica laboral, inclusiva y sostenible en la Amazonía que respete los derechos de los pueblos indígenas.

Acción urgente para alcanzar la Amazonía Que Queremos

Preámbulo

Nosotros, científicos del Panel Científico por la Amazonía, apelamos a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, Jefes de Estado, y ciudadanos del mundo a que se comprometan a salvar la Amazonía de los impactos agravantes y las amenazas exacerbadas de la industria extractiva, la deforestación destructiva, la degradación forestal y fluvial, los incendios y el cambio climático.

En septiembre de 2019, nos reunimos en las Naciones Unidas, en vísperas de la Cumbre de Acción Climática convocada por el Secretario General de la ONU y emitimos un Marco Científico para Salvar la Amazonía. En dicho Marco Científico, destacamos que la Amazonía es un lugar de inmensa riqueza y valor, así como de diversidad natural y cultural. Es el mayor depósito de biodiversidad del mundo, con más del 10% de todas las especies de plantas y animales de la Tierra. También es el hogar de 35 millones de personas y además alberga una gran diversidad cultural, incluyendo más de un millón de Pueblos Indígenas, que cuentan con identidades y prácticas eficaces de gestión territorial propias, y al menos 330 lenguas diferentes.

Enfatizamos los importantes y múltiples servicios ambientales que la Amazonía brinda a sus países soberanos, así como al resto del mundo, incluyendo el papel fundamental que desempeña en los ciclos globales de agua, energía y carbono. Así, la cuenca amazónica contiene el 20% del agua dulce no congelada del planeta, y el bosque recicla el agua que llega a la atmósfera con gran eficiencia, está humedad ambiental es entonces transportada por los vientos a través de la lluvia alcanzando países fuera de la cuenca.

La Amazonía también es un amortiguador crítico contra el cambio climático, ya que absorbe entre el 13% y el 20% de los 2.400 millones de toneladas de carbono capturadas anualmente por los bosques en todo el mundo. En total, los bosques amazónicos almacenan más de 100 mil millones de toneladas de carbono, aproximadamente el equivalente a una década de emisiones globales. La selva amazónica y sus ecosistemas asociados son vitales para todo el planeta y un patrimonio insustituible para toda la humanidad.

Advertimos que la Amazonía se está acercando a un punto de inflexión, debido a las tendencias devastadoras que amenazan la supervivencia tanto de los ecosistemas forestales y acuáticos que la sustentan, como de sus habitantes, especialmente los Pueblos Indígenas y las comunidades locales, cuyos derechos deben ser respetados más aún si aspiramos mantener su conocimiento y su importante papel en la conservación ambiental. Tales amenazas son el resultado de una expansión ineficiente de la ganadería; de una agricultura de baja productividad; del uso generalizado de productos químicos tóxicos, incluyendo contaminación por mercurio; de la construcción de grandes infraestructuras, como las represas hidroeléctricas; y de la tala y la minería ilegales; que provocan la deforestación y degradación de los ecosistemas forestales y acuáticos. Cerca del 70% de las áreas protegidas y territorios indígenas están amenazados por carreteras, minería, extracción de petróleo y gas, invasiones ilegales, represas hidroeléctricas y deforestación.

Actualmente, COVID-19 además ha agravado esta situación. La deforestación ilegal, la minería y otras actividades clandestinas han aumentado desde el comienzo de la pandemia, y ha revelado inequidades estructurales y económicas prevalentes en la región, incluyendo el acceso a servicios básicos como agua potable, saneamiento, atención médica, educación, transporte, electricidad y banda ancha. COVID-19 también está teniendo un impacto devastador en los pueblos indígenas de la Amazonía. A 23 de septiembre de 2020, se estima que 238 comunidades indígenas de la cuenca del Amazonas han sido afectadas por COVID-19, con más de 61.782 personas infectadas y 1.878 muertes, muchas de ellas, personas de edad avanzada. Cifras que, con toda probabilidad, subestiman en gran medida la verdadera propagación del virus y la devastación sobre docenas de culturas debido a la alta mortalidad de ancianos indígenas que son los que poseen el gran conocimiento tradicional. Igual de grave es la situación en las ciudades de la Amazonía. Ciudades como Iquitos, Leticia y Manaus han presentado tasas de infección extremadamente altas.

La bioeconomía[1] es una de las fronteras de la innovación científica y tecnológica más importantes. La Amazonía, que cuenta con la mayor biodiversidad del mundo, tiene sin lugar a duda, un gran potencial bioeconómico si se llega a aprovechar sus activos biológicos y biomiméticos, incluidos aquéllos codificados en los genomas de tanta biodiversidad.

Dado que la Amazonía está cerca de alcanzar un punto de inflexión irreversible, los planes de recuperación económica después de COVID-19 no pueden basarse en la extracción masiva de recursos. Más bien, deberían apoyar una transición hacia un desarrollo de la Amazonía más sostenible y socialmente inclusivo, tanto en entornos urbanos como rurales. El modelo de desarrollo industrial adoptado durante los últimos 50 años por la mayoría de los países amazónicos, está orientado en la exportación y uso intensivo de los recursos, lo que ha conducido a una destrucción masiva del bosque, así como a una gran desigualdad y pobreza. Es esencial que encontremos una transición a un modelo económico alternativo que ya no dependa de la deforestación y la extracción destructiva de productos básicos y materias primas, sino que agregue valor tecnológico a una cadena de producción que sea sostenible. Es necesaria una cooperación global que apoye planes locales de una recuperación de COVID-19 sostenible.

Recomendamos encarecidamente una recuperación económica para la región amazónica que haga énfasis en los empleos en sostenibilidad ecológica y que esté impulsada por una inversión en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, en una infraestructura sostenible y baja en emisiones de carbono, y que incluya la salud, la educación y banda ancha. Se debe prestar especial atención a las necesidades de los jóvenes y los niños. También pedimos una restauración ecológica y uso justo de las áreas degradadas, así como una gestión sostenible de los recursos comenzando la transición a una bioeconomía vibrante y basada en los derechos humanos.

Reconocemos que la mayoría de la población amazónica vive en ciudades, tendencia hacia la urbanización que continúa. Hasta ahora, las vías de desarrollo en la Amazonía han ignorado en gran medida la importancia de lograr ciudades sostenibles en la cuenca. Eso debe cambiar. Las ciudades pueden crecer especialmente si sus huellas regionales se estabilizan

Creemos que un enfoque intersectorial integrado en el uso de la tierra, el agua, los bosques, la pesca y la infraestructura que asegura y aumenta la conservación de las tierras, restaura ecosistemas degradados, respeta a los pueblos indígenas e invierte en vías de desarrollo sostenible, puede salvar la Amazonía.

Reconocemos el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas, que han gestionado de manera sostenible el bosque y sus ecosistemas durante más de 12.000 años. De hecho, cerca del 45% de las áreas mejor conservadas del Amazonas son tierras indígenas. Y además existe una creciente apreciación del conocimiento indígena y local al ser especialmente relevante en la restauración de áreas degradadas, así como en el avance hacia una economía sostenible.

Las economías avanzadas tienen una gran responsabilidad en proporcionar financiamiento y apoyo debido a su papel como consumidores principales de productos como la soja y la carne, los cuales contribuyen a la deforestación, y emisiones de gases de efecto invernadero históricas.

Se encuentran en surgimiento movimientos en las esferas política, empresarial, académica y de la sociedad civil para detener la deforestación y movilizar acciones a favor del desarrollo sostenible de la Amazonía.

Dada la urgencia de la crisis de COVID-19, y la continua destrucción de bosques y frecuentes incendios, instamos a la Cumbre de Biodiversidad a apoyar a las naciones soberanas de la cuenca del Amazonas a proteger lo que también es patrimonio de la humanidad. Insistimos especialmente en la protección y reconocimiento de los derechos de los Pueblos Indígenas, ya que son los primeros administradores legítimos de la Amazonía. Debemos movilizar una atención médica urgente, telemedicina, equipos de protección, programas de prevención de incendios y una mayor aplicación de la ley contra la minería y la tala ilegal.

Se necesita una acción urgente a nivel local, nacional y global, por ello, hacemos un llamamiento a los gobiernos, empresas, instituciones financieras, la sociedad civil, el mundo académico, los científicos, los medios de comunicación, las comunidades religiosas y las personas de buena voluntad de todo el mundo para que se unan en un mancomunado esfuerzo para salvar la Amazonía e invertir en su desarrollo sostenible a largo plazo.


[1] La Comisión Europea define la bioeconomía como «la producción de recursos biológicos renovables y la conversión de estos recursos y corrientes de residuos en productos de valor añadido, como alimentos, piensos, bioproductos y bioenergía. Sus sectores e industrias tienen un fuerte potencial de innovación debido al uso de una amplia gama de ciencias, tecnologías industriales y de capacitación, junto con el conocimiento local y tácito». Fuente: «Innovación para el crecimiento sostenible: una bioeconomía para Europa» (2012). En el contexto ecológico de la Amazonía, la comprensión de la bioeconomía se limita estrictamente al uso sostenible de los recursos biológicos forestales y acuáticos (incluidos los ríos de flujo libre) para garantizar la conservación de los bosques y los ecosistemas.

Descarga la declaración completa aquí.